jueves, 10 de septiembre de 2015

Mamá e hija


Mamá e hija…
ah, y el sexo

De Hugo R. Gómez


Personajes:


Mamá
Hija


Todo inicia con una pregunta, donde la respuesta lleva a nuevas interrogantes… y poco a poco, como la pus que se exprime de una herida hasta limpiarla para que sane, los viejos resentimientos de la hija se irán desvaneciendo hasta desaparecer. Y la madre se dará cuenta que no es lo que ella pensaba, que tiene tanto por hacer.

La hija es inteligente pero a veces peca de ingenua, se siente asfixiada por su madre, al estar en casa utiliza un lenguaje muy propio, nada que ver cuando platica con su hermana, aunque lo haga por teléfono, con ella se siente liberada y se explaya…

Siente ganas de platicar de otras cosas con su mamá que no sea de la escuela y como te has portado?... pero tiene temor a no ser escuchada o que sus reclamos sean minimizados… pero hoy encontró ese algo que dará el impuso necesario y no para enfrentar a su madre, sino a ella misma… y decirle lo que piensa, quiere… y algo más.

Por otro lado tenemos a la madre que es inteligente… o mejor dicho astuta, o al menos eso cree ella…
Tuvo dos hijas, una se fue de la casa antes de tiempo… y eso le causa una herida interna de las que ni el tiempo cura… pero no se siente culpable de ello… su carácter y forma de pensar, limitan su razonamiento para abrirse y darse cuenta que no es perfecta como cree...

A veces se necesita una plática que confronte pensamientos y escupa veneno para liberar estorbos que sólo hacen pesada la vida.

La acción sucede por completo en la sala de la casa.

Vemos entrar a la hija hablando por celular.

HIJA: Qué pasó, cómo has estado… me da gusto… no, mamá a esta hora está rezando por los desprotegidos, abandonados y por los que no tienen hogar, como tú te lo imaginas… no me burlo, pero para que te vas… no chiquita, yo la aguanto, la sufro y a veces la odio (pausita) pero es mi madre… sí, sí, y la tuya también… cuanto necesitas? Porque sólo para eso me llamas… Ay, no chingues, pues que rompiste? … no!, Sí tengo. Pero cuando me los pagas, (sarcástica) o los anoto en tu cuenta?... soy tu hermana, no tu banco, eh… voy bien en la escuela, no me cambies el tema… cuando tengas, no pus ya merito. Oye, por qué no regresas?... ay, ay, de cuando acá tanto orgullo… tu cuarto sigue intacto, bueno menos tu blusa azulita… no, no le paso nada, simplemente que me apodere de ella… no seas pinche envidiosa… de que se pudra, mejor la uso, no?... oh, descuéntamela de lo que me debes… ya, ya, no hagas iris, te deposito al rato… oye, cuídate esa tos, pareces foca con garrotillo… sigue fumando mamacita, sigue fumando… a mí no me prometas nada, eso díselo al espejo… no mensa esa es la bruja de blancanieves… (pausa) Te extraño, ya regresa… mensa, no tengo con quien pelear, ni reír, ni llorar… pinche… (se limpia una lagrimita fugas) Oye, oye, te acuerdas de Manuel… no, ese no. El hijo de tu madrina la loca… (ríe) pues me anda haciendo ronda… no juegues, me manda mensajes de buenos días, buenas tardes, buenas noches y me cuenta lo que hace y me manda selfies… ay, sí. Y cómo lo voy a ver, si mi mamá parece celadora del penal de alta seguridad… si, verdad, también se fugan, pero necesitan cómplices y yo no tengo, mi hermanita no está aquí para ayudarme… oh, chinga, yo hablo por ti… tendré que echarte tierra… tantita, y será para ayudarte… oh, yo sé lo que hago… quién vive con el diablo… claro que yo… te digo que voy a hacer?…
Vemos entrar a la Mamá
                        Voy a hacer tarea… no, no voy a estar conectada, nada de Facebook… mi mamá cambia todos los días la clave del wi fi… si no hago mis tareas no hay clave…
La Mamá con la mirada le dice cuelgue el teléfono.
                                                                                   Piensa lo que te dije… bye. (cuelga)
MAMÁ: Con quien hablabas?
HIJA: Con una compañera del colegio.
MAMÁ: Compañera?
HIJA: Si quieres te enseño el registro y le marcas, se llama Julieta. (le extiende el teléfono)
MAMÁ: No hace falta… pero es que hay que estar al pendiente de los hijos.
HIJA: Al pendiente, no encima asfixiándolos.
MAMÁ: Algún día, cuando la vida te dé la oportunidad de ser madre… no dirás lo mismo.
HIJA: Mamá, es que tú eres (con las manos hace como que la ahorca) muy… muy…
MAMÁ: (no deja que termine de hablar) Tengo que cuidar su integridad, seguridad y virginidad.
HIJA: De lo último me encargo yo.
MAMÁ: Eso espero… acuérdate que yo lavo tu ropa, y eso incluye la interior.
HIJA: Y también vas al super por las toallas femeninas.
MAMÁ: Y saco la basura del baño y tu cuarto.
HIJA: Por eso se fue mi hermana.
MAMÁ: No, no, no… no se fue porque lo de la basura.
HIJA: Así la tratabas.
MAMÁ: Qué insinúas?!
HIJA: No se puede insinuar lo que está más claro que el agua… que no lo quieras ver, es otra cosa.
MAMÁ: (autoritaria) Una hija no puede juzgar a su madre…
HIJA: Pero si puede decirle que está en un error.
MAMÁ: Si yo le contestaba así a mi madre… zaz, ya estaba la primera bofetada.
HIJA: Y entendías?
MAMÁ: Me quedaba callada, pero internamente (señala su cabeza) seguía en mi macho.
HIJA: Sigue igual el asunto… con la pequeña diferencia de 50 años, que ya no nos quedamos calladas y que si nos pegan hay derechos que nos protegen.
MAMÁ: Por eso hacen lo que se les viene en gana… se escudan en las leyes que solo fomentan la flojera, la falta de valores y se olvidan de la buena moral.
HIJA: Mamá, ya se te fue una hija… quieres que…
MAMÁ: (interrumpe) ¡Me amenazas!
HIJA: No mamá…
MAMÁ: ¡Quieres independencia!
HIJA: Sí…
MAMÁ: Estas harta de sermones?
HIJA: Y de permisos negados.
MAMÁ: Por qué no te independizas?
HIJA: Quieres que me vaya de la casa?
MAMÁ: No hace falta.
HIJA: Entonces como quieres que me independice?
MAMÁ: Empezando por entender que independizarse requiere de responsabilidad y madurez.
HIJA: Eso lo entiendo.
MAMÁ: Si lo entiendes, comprenderás que necesitas conseguir un trabajo de medio tiempo.
HIJA: Pero, la escuela?
MAMÁ: Se puede estudiar y trabajar.
HIJA: Pero tengo vida social.
MAMÁ: Habrá que hacer sacrificios.
HIJA: Y para qué trabajar?
MAMÁ: Para que pagues una renta.
HIJA: Pero tengo mi cuarto.
MAMÁ: Para que pagues tu escuela.
HIJA: Pero mi papá lo hace.
MAMÁ: Para que tengas tu dinero y pagues tu transporte.
HIJA: Ya no me vas a llevar a la escuela?!
MAMÁ: Para que pagues tu propia comida.
HIJA: Pero si tú guisas para todos!
MAMÁ: Y pagues quien te lave y planche.
HIJA: Ya no lo va a hacer la señora que te ayuda?
MAMÁ: Quieres independencia, no?
HIJA: De esa independencia no.
MAMÁ: Entonces de cual quiere la niña?
HIJA: Que me dejes salir con mis amigas.
MAMÁ: Aja… qué más?
HIJA: Que me dejas salir con Manuel.
MAMÁ: Aja… (súbita) ¡Con quién!
HIJA: Manuel, el hijo de tu comadre.
MAMÁ: No sé, parece buen chico… pero su corte de cabello no me gusta.
HIJA: (sarcástica) La próxima vez, antes de ir a la estética, que pase contigo para que le digas como cortarse el cabello… como ves?
MAMÁ: No seas sarcástica, fue una simple observación… es que con el cabello largo y de espalda ya no se sabe que es.
HIJA: Ay, mamá… te quedaste en los 70’s
MAMÁ: Y soy feliz… algo más que agregar a la petición de la niña?
HIJA: Sí. Que no revises mis cosas.
MAMÁ: Definamos cosas…
HIJA: Mis libretas, mis cajones…
MAMÁ: (interrumpe) A ver, a ver… si no reviso tus libretas, quién corregirá tus faltotas de ortografía?
HIJA: Y mis cajones, qué?
MAMÁ: Tengo que acomodar tu ropa.
HIJA: Puedes déjala en la cama y yo lo hago.
MAMÁ: (de mala gana) Bueno…
HIJA: Y no me pidas la clave de mi teléfono.
MAMÁ: Fue una emergencia… no traía el mío y te lo pedí prestado para una llamada.
HIJA: Y aprovechaste para revisar todas mis fotos y mensajes.
MAMÁ: Es que no sabía cómo se maneja tu celular y… por error lo hice.
HIJA: Te aviso que ya le cambie la clave.
MAMÁ: (autoritaria) Pues me la dices.
HIJA: Para que sigas revisando mis mensajes…
MAMÁ: Momentito… Como crees que se dio cuenta tu tía Aurora, que tu prima Lucero estaba embarazada?
HIJA: Si es como tú… le hizo una prueba de embarazo.
MAMÁ: Nooo!  Por los mensajes de su teléfono…
HIJA: Pues que feo, eh… porque si hubiera comunicación, mamá e hija, eso no pasaría y tú no serías tía abuela.
MAMÁ: Pues gracias a que reviso su teléfono, la llevo al doctor le dieron ácido fólico y evito que tuviera un hijo deforme, eh.
HIJA: Insisto, esas cosas son privadas, y se deben de respetar.
MAMÁ: A ver… si los hijos hacen alguna estupidez, la sociedad, las redes sociales, los vecinos y la familia le echan la culpa a los padres… ay, por qué no los cuidan y vigilan… y si lo hacen, pinches metiches porque se meten en su vida privada… ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
HIJA: Este… bueno…
MAMÁ: Y si por inexperiencia, ineptitud o rebeldía te provocas una accidente donde quedes parapléjica… nadie de los que tu llamas amigos, vecinos, primos, tías te van a venir a cambiarte el pañal miado o cagado… ¡nadie!... sólo tu madre estará allí para ti.
HIJA: Te vas a los extremos.
MAMÁ: Una madre hace lo que sea para que sus hijos no corran peligro, y si ello implica hurgar en sus cosas… lo hace y punto.
HIJA: (sin saber que decir) Bueno, pero… (se envalentona) pero es privado.
MAMÁ: Tienes razón, es privado… pero el que nada debe, nada teme y nada oculta.
HIJA: Los jóvenes necesitamos espacio.
MAMÁ: Tienes toda la razón... espacio para hacer deporte, espacio para el arte y la cultura… espacio para desarrollar el intelecto.
HIJA: Y para bailar, y para convivir, y para ser joven.
MAMA: Eso viene con las buenas calificaciones y una conducta apropiada.
HIJA: (reclamándole) Tú serias feliz si yo estuviera en la iglesia rezando todo el día. (reza) Dios te salve María… blablablá.
MAMÁ: No blasfemes.
HIJA: Me vas a excomulgar o exorcizar?
MAMÁ: No, nada de eso… pero te puedo dar un correctivo que te ahorraras el ortodoncista.
HIJA: Ya ves… la intimidación por delante.
MAMÁ: El respeto y temor a Dios son los mejores frenos para la descarriada juventud de hoy en día.
HIJA: Ay mamá, eso de Dios y el diablo ya paso de moda, quizá en tus tiempos surtía efecto… hoy tenemos internet.
MAMÁ: Y qué diablos tiene que ver el internet con lo que estamos hablando?
HIJA: Todo… un día no muy lejano ya ni falta hará ir al salón de clases.
MAMÁ: Qué estupidez es esa?... el ser humano requiere de la interacción con sus semejantes para existir, subsistir y evolucionar.
HIJA: Tenemos el Facebook y mañana quien sabe que más exista para socializar.
MAMÁ: Eso que acabas de decir es una reverenda tontería… Hija, rodéate de amigas inteligentes para que algo se te pegue… porque si te juntas con mediocres, eso serás.
HIJA: Mis amigas y yo tenemos pensado poner un negocio de modas por internet y vamos a ganar mucho dinero.
MAMÁ: Hija, soñar es bueno… despertar es lo difícil.
HIJA: Ya ves… me desanimas… y, no dudo que lo disfrutes.
MAMÁ: Estas muy, pero muy equivocada. Al contrario de lo que piensas, verte triunfar en la vida será la clara señal, que como madre, hice bien mi trabajo.
HIJA: Pues el de ogro lo estás haciendo a la perfección.
MAMÁ: Te voy a decir el cliché más desgastado que usan los padres… algún día me lo agradecerás.
HIJA: Qué te voy a agradecer?... que me tienes encerrada como prisionera de la edad media… y con cinturón de castidad de doble llave,  que me cuidas como si fuera de cristal o estuviera con una enfermedad terminal!?
MAMÁ: Hasta cierto punto entiendo tu frustración, más no tu coraje…
La hija, se cruza de brazos y casi le da la espalda.
            … me ves como tu enemiga, como la bestia que te hostiga día y noche.
HIJA: Y no es así?
MAMÁ: Que ciegos estamos cuando somos hijos… sabes lo que daría por tener a mi madre viva y aquí conmigo?
HIJA: No sé, pero tienes a mi abuelo.
MAMÁ: Y lo cuido, mimo y procuro… pero una mujer necesita a su madre siempre.
HIJA: Si es como la mía… para qué?
MAMÁ: Algún día te tragaras esas palabras… Y la necesito para escuchar su cálida voz al darme un sabio consejo.
HIJA: (sarcástica) Sólo para eso?
MAMÁ: Para sentir su tibia y cansada mano sobre mi pecho, y así calmar mis temores… como cuando lo hacía contigo… antes de apagar la luz al dormirte… te acuerdas?
HIJA: Sí... y también me acuerdo de que me leías un cuento…
MAMA: Había una vez un princesa que tenía miles de pijamas…
HIJA: Y le gustaba dormir entre sabanas de seda.
MAMÁ: Su nana le cambiaba las sábanas y la pijama todos los días…
HIJA: Y lo hacía porque la princesa ocultaba un terrible secreto…
AMBAS: Se hacía pipí en la cama.
Ambas ríen.
HIJA: Y también le contabas el mismo cuento a mi hermana?
MAMÁ: Todas las noches… (pausa) tu hermana… tu hermana… (con gran pesar) comerá a sus horas?... pasara frío por las noches?… sólo Dios y ella lo saben.
HIJA: Mamá, si quisiera ya hubiera regresado… pero…
MAMÁ: Pero?
HIJA: Te has preguntado por qué tomo esa determinación?
MAMÁ: Las malas influencias.
HIJA: Sólo sería eso?... o, algo aquí no funciono?
MAMÁ: Tus indirectas no me hacen más que cosquillas… y si lo que quieres decir es que falle como madre… te concedo el beneficio de la duda… quizá si fallé.
HIJA: Y si la que falló fue ella?
MAMÁ: Explícate.
HIJA: Lo digo porque prefirió al novio que a su familia.
MAMÁ: Entonces si falle yo.
HIJA: Por qué tú?
MAMÁ: Porque como madre no supe retenerla en la calidez de estas paredes a las que llamamos hogar…
HIJA: No podías tenerla atada a la pata de la cama.
MAMÁ: Tal vez no vi sus gritos de auxilio?
HIJA: No tienes ojos en la nuca.
MAMÁ: O… no escuche sus gestos de dolor.
HIJA: Mamá, mamá… nuevamente te estas yendo a los extremos… tu hija te falló porque prefirió el calor de un hombre que la calidez de este hogar.
MAMÁ: Entonces si falló ella.
HIJA: Y feo… ya ni anda de novia con el que se fue.
MAMÁ: Cientos de veces le dije que ese muchacho no era lo que ella se merecía… pero entre más le decía… más se aferraba.
HIJA: Le salió borracho, desobligado y mujeriego.
MAMÁ: Y, tú como sabes?
HIJA: El Facebook.
MAMÁ: Esa porquería destruye más de lo que construye. Y con respecto a tu hermana… odio tener este tipo de razón… pero se lo dije.
HIJA: Y si te llama y te pide perdón… la perdonas?
MAMÁ: Se perdona aquél que te ofende… tu hermana no lo hizo.
Se hace un silencio…
MAMÁ: Sabes… somos responsables de las decisiones que tomamos…
HIJA: Sean buenas o malas.
MAMÁ: Unas no tienen consecuencias, te causan cierto dolor… pero a la larga se convierte en experiencia de vida… ah, pero otras causan heridas que ni el tiempo sana.
HIJA: Y mi hermana de que tipo tomo?
MAMÁ: La que a la larga se convierte en experiencia… su próxima decisión no será, ni apresurada ni a la ligera.
HIJA: Entonces si llama y pide otra oportunidad… se la das?
MAMÁ: La que se debe dar esa oportunidad es ella… yo, no puedo darle lo que nunca le he quitado.
HIJA: Lo tomaré como un sí… Y, mi papá la aceptará?
MAMÁ: Para él no se ha ido… todas las noches va al cuarto de ella y le echa la bendición.
HIJA: Ojala se dé cuenta del error que cometió y haga lo correcto… regrese.
MAMÁ: Hay tanto que platicar… tanto que disfrutar… (pausa) La extraño tanto.
HIJA: Mamá, tienes otra hija… algo así como una segunda oportunidad.
MAMÁ: Sabes hija… no existe un manual para ser padres y formar una familia.
HIJA: Y, por qué no hay?... si vivimos en un mundo globalizado y lleno de información.
MAMÁ: Por una sencilla razón… no hay dos personas iguales. Por lo tanto no hay dos familias iguales… todo es prueba y error, prueba y error… hasta acertar.
HIJA: Y como madre… como te catalogas?
MAMÁ: No sé… dímelo tú.


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