jueves, 10 de septiembre de 2015

La Boda de mi Hija


La Boda…
de mi hija
Hugo R. Gómez



Sinopsis:

El carácter impositivo de Elena queda una vez más demostrado al designar los padrinos de boda de Cristina, su única, hija.

Elena ha hecho su pequeña fortuna a través de trabajo, disciplina y los múltiples seguros de vida que le dejo su esposo, al morir.

Utiliza el chantaje amoroso que Cristina le profesa para imponer sus decisiones. Sin duda alguna Elena proyecta sus frustraciones y deseos no cumplidos al momento de su boda, ya que su madre no intervino, ayudo o sugirió en nada, dejo que Elena utilizara su libre albedrío… y se juró a sí misma que ella no sería así de indiferente- lo que no vio o no quiso ver, es la  sabia decisión de su madre al darle toda la libertad de hacer y deshacer en su, repito en su… boda. Bueno, eso demuestra que no hay más ciego que el que no quiere ver. Regresando a la indiferencia, como les comentaba… Elena juro y perjuro que su hija recibiría toda la ayuda de ella… lo que no se preguntó, es que si su hija la solicitaba, requería o simplemente le interesaba recibirla.  

Pero que madre no hace hasta lo imposible por la felicidad de los hijos?... No me respondan. Ya sé que en la mayoría de los casos confunden,  y lo que inicia con buenas y nobles intenciones… termina como una amarga interrupción de decisiones.

Lo que sea, prepárense a conocer a Elena y su hija Cristina… que se diviertan.


Personajes:

Elena: La madre
Cristina: La hija

La acción se desarrolla por completo en la sala de la casa.

Vemos entrar a Elena, hablando por teléfono.

ELENA: No señorita, el papel de la invitación es color bistro aurora boreal… cómo que está agotado… entonces use el color Labrador…. no es el color de los perros. Labrador, es un tono de azul que toma su nombre del mineral labradorita… todos los días se aprende algo nuevo. Y el sobre lo quiero de color Púrpura de Tiro… no señorita,  morado no… claro que no es lo mismo, para que lo sepa Tiro  fue una ciudad romana… no señorita, no tiene que viajar a Roma… búsquelos… no, no, aquí espero. (para si)  Esta empleadilla ni la primaria de seguro terminó, no sabe de colores!... Aquí sigo… Sí tiene los colores, ¡bendito sea el señor!... ah y por último, por favor, en los boletos incluyan la leyenda: sólo de etiqueta… gracias. (cuelga) Nada de colados fachudos, si van de gorrones que vayan bien vestiditos.
Marca un número en el teléfono.
Bueno, Eri habla Elena… bien, bien y Gerardo?... ya se fue a trabajar… no, no, mejor te lo digo a ti… como ya sabes se casa Cristina… ella está muy bien, gracias… yo la saludo de tu parte. Como te decía, se casa y quiero pedirles un favor…  no, no es dinero… fíjate que queremos a los gemelitos como pajes… sí, para que le levanten la cola… No, no, Cristina lo pide, yo solo soy el conducto… (alegre) entonces cuento, digo cuenta Cristina con los gemelitos como pajes… Eri, te dejo tengo tanto que preparar... chao, besitos. (cuelga) La boda perfecta…? … Por supuesto, como que la estoy organizando yo.

Escuchamos a Cristina en off.

CRISTINA EN OFF: Mamáaaaaa.
ELENA: Acá hija, en la sala.
CRISTINA: (entra cargando el vestido de novia) Por fin te encontré.
ELENA: Ay, hija… para la otra me marcas al celular.
CRISTINA: Le digo al vestido.
ELENA: Ah, sí… apoco estaba perdido?
CRISTINA: Arrumbado en el cuartito de los trebejos.
ELENA: Entonces siempre sí vas a usar mi vestido?
CRISTINA: Sí. Será un honor usarlo… además está muy bueno.
ELENA: Sólo lo use una vez. (voz quebrada) Aún recuerdo como tu padre, que Dios lo tenga en su santa gloria, esperaba al final del pasillo… con su boutoniere en la solapa de su impecable esmoquin.
CRISTINA: Hasta ahora sé cómo se llama el adornito que lleva el novio…
Se da cuenta de que su mamá está a punto de llorar
… No llores mamá, mi papá desde el cielo nos ve y cuida.
ELENA: Debería estar aquí, con nosotros, celebrando tu felicidad.
CRISTINA: Dios tenía otros planes para él… pero estoy segura que está feliz porque su única hija se casa.
ELENA: (reproche disfrazado) Se casa y deja a su madre sola y abandonada.
CRISTINA: Mamá…
ELENA: Lo que importa es tu felicidad.
CRISTINA: Mamá ya hablamos de esto muchas veces.
ELENA: Pero ni creas que te voy a cuidar a tu niño, o niña… cuando tengas alguna fiesta o por cuestiones de trabajo tengas que viajar.
CRISTINA: Mamá no empieces…
ELENA: Porque entonces si vas a acordarte de que tienes madre.
CRISTINA: Mamá, vamos a vivir aquí, contigo.
ELENA: Qué!!!?... y soportar al pesado de tu marido.
CRISTINA: Quién te entiende.
ELENA: Nomás porque te quiero mucho, voy a hacer el esfuerzo de soportar su presencia.
CRISTINA: Gracias mamá.
ELENA: Por cierto, ya ordene las invitaciones.
CRISTINA: Con el color que Rodolfo escogió?
ELENA: Respete su elección.
CRISTINA: Porque el color ese de Púrpura de… de…
ELENA: Tiro, Púrpura de Tiro.
CRISTINA: Ese. Está muy feo.
ELENA: Gris atardecer con rojo bermellón como pidió el señor.
CRISTINA: Y espero que no le hayas pedido que pusieran “sólo con esmoquin o frac”, eh.
ELENA: Me tachas de discriminatoria… por mí que vayan como quieran, en harapos y andrajos… total es tu boda.
CRISTINA: Lo importante es que estén conmigo y compartan mi felicidad… la vestimenta pasa a segundo término.
ELENA: Acuérdate de lo que paso en la boda de tu prima Dorotea… se coló un pordiosero.
CRISTINA: Ay, si… comió y bebió hasta ponerse ebrio…
ELENA: Saco su porquería a media pista y tiró el excedente de su vejiga.
CRISTINA: Que hizo qué?
ELENA: Que se mió.
CRISTINA: Ay, sí… que bochorno.
ELENA: Y tu tío le dio un golpe, que por nada y lo mata.
CRISTINA: Casi se convierte en desgracia.
ELENA: Quieres que te pase eso?
CRISTINA: No me eches la sal.
ELENA: No es echarte nada… es para que veas lo que puede pasar.  Y en un segundo de jolgorio a velorio.
CRISTINA: Ya entendí tu punto de vista… me haces un favor?
ELENA: El que sea hija.
CRISTINA: Le hablas al de la imprenta y le dices que ponga en los boletos que vayan de etiqueta.
ELENA: Hija, dalo por hecho.
CRISTINA: (viendo el vestido) De qué color el vestido de mis damas?... Nada de Púrpura de Tilo por favor.
ELENA: Ya sé que mis gustos son nacos… (haciéndose la ofendida) como dices tú.
CRISTINA: No eres naca mamá… simplemente no compartimos gustos.
ELENA: A Dios gracias… y agradece que tú eres guapa, gracias a que elegí un hombre guapo y elegante.
CRISTINA: Que detalle.
ELENA: Te imaginas si me hubiera casado con el carnicero del mercado?
CRISTINA: Cual…?... No me digas que el viejo gordo y cacarizo!?
ELENA: El mismo… Y si vieras como me insistía, que ponía la carnicería a mi nombre, que me compraba casa en las lomas, que auto del año, todo si le daba el sí.
CRISTINA: Que bueno que no se lo diste.
ELENA: Sí, que bueno… porque tú estarías llenita y cacariza.
CRISTINA: ¡Mamáaa!
ELENA: Es la verdad.
CRISTINA: Mejor dime de que color el vestido de las damas.
ELENA: Si no te gusta el púrpura de Tilo, que te parece el Labrador?
CRISTINA: Mamá… no son perras.
ELENA: Te diré, te diré…
CRISTINA: Son mis amigas.
ELENA: Hija, Labrador es un color… un tono de azul precioso.
CRISTINA: Ah, color azul… me gusta, que sea color Labrador.
ELENA: Y ya pensaste quien te va a levantar la cola?
CRISTINA: Te refieres a mi paje?
ELENA: Sí… o que pensaste?
CRISTINA: Nada, nada… y tengo en mente a la hija de mi amiga Lourdes.
ELENA: Lourdes… Lourdes… Lourdes… ¡no me digas que Lourdes la que trabaja en cuarto piso de gobierno!?
CRISTINA: Esa merita.
ELENA: Ay, no… esa no es casada…
CRISTINA: Y qué tiene?
ELENA: Sepa Dios con quien se echó un volado.
CRISTINA: Mamá!... que cosas dices!
ELENA: En algún escritorio o en un motelucho, de los que cobran por hora, cometió el pecado.
CRISTINA: Como haya sido, donde haya sido y lo que haya sido… la niña es inocente de todo acto cometido por la madre.
ELENA: Bueno, sí… pero… por qué no te buscas otra.
CRISTINA: A tu gusto?
ELENA: No hija, no a mi gusto… lo que no quiero es que hablen de ti las lenguas viperinas.
CRISTINA: Ah, sí… y, que pueden decir?
ELENA: Viste quien le levanto la cola a la hija de Elena… (mustia) ¡La hija de la disoluta!
CRISTINA: Y qué tiene?
ELENA: Si ella es disoluta la amiga es una…
CRISTINA: ¡Mamáaaa!
ELENA: Eso es lo que quiero evitar… suspicacias.
CRISTINA: No te preocupes.
ELENA: ¡Por supuesto que lo hago!... (dramática) quién sabe si pueda dormir.
CRISTINA: Te tomas un ansiolítico, y a la camita.
ELENA: Ya veo que no te importa que la reputación de tu familia…
CRISTINA: Mamá, siempre he sido recta y recatada.
ELENA: Parece que tus amistades te están cambiando…
CRISTINA: Como crees…
ELENA: Anda, que la hija de tu amiguita lo haga… y que nuestro nombre se ensucie, total… que importa.
CRISTINA: Mamá, claro que me importa…
ELENA: Pues no se nota…
CRISTINA: Si te preocupa el qué dirán, busco a alguien más.
ELENA: Hija, en esta vida ya voy de salida, pero tú, apenas inicias y una mancha así difícilmente se limpia.
CRISTINA: Mamá si de Gandhi hablaron…
ELENA: Pero el tal Gandhi no vive en esta casa y tú y yo sí.
CRISTINA: Mamá, Gandhi ya se murió.
ELENA: Más a mi favor… si hablan de los difuntos, ¡que pestes no dirán de los vivos!
CRISTINA: Ay, mamá…
ELENA: Nada de ay mamá… No quiero que confundan este respetable hogar con una sucursal del santuario de Militta.
CRISTINA: Qué es eso?
ELENA: Un lugar en la antigua Babilonia donde se practicaba sexo a cambio de un pago.
CRISTINA: Mamá!... estas dándole vuelo a tu imaginación!
ELENA: Ahí tienes a tu prima Lucrecia… ella si le daba vuelo.
CRISTINA: Qué le sabes?... anda, cuenta.
ELENA: Prometes guardar el secreto?
CRISTINA: Mi pecho no es bodega… y procuraré, al menos 24 horas de total y absoluto silencio.
ELENA: Antes de que se casara, llevaba una vida disipada… llena de fiestas, alcohol y sustancias prohibidas.
CRISTINA: Era hostess de un lujoso restaurante.
ELENA: Una fachada para sus citas amorosas pagadas…
CRISTINA: Era un trabajo honrado.
ELENA: Un aquelarre de depravación y sexo.
CRISTINA: Mi prima no es una santa, pero tampoco una bruja.
ELENA: Ay, hija… caras vemos, mañas no sabemos.
CRISTINA: Mamá, hasta ahorita no me has dicho que no sepa.
ELENA: Te acuerdas que se fue un año a España?
CRISTINA: Sí… fue a cursos de capacitación.
ELENA: Mentira!... se fue porque ya tenía 4 meses de embarazo.
CRISTINA: No me digas!
ELENA: Y el padre de la criatura fue su jefe, el presidente del corporativo.
CRISTINA: El de ojo verde?!
ELENA: Ese mismito…
CRISTINA: Pero si es casado!
ELENA: Pero no capado.
CRISTINA: Bueno, eso sí.
ELENA: Por allá se encontró un baboso y se casó.
CRISTINA: Entonces aborto.
ELENA: De ninguna manera… no podía aumentar otro pecado a su estupidez.
CRISTINA: Y, qué hizo?
ELENA: Dizque tuvo un parto prematuro… una niña de 4 kilos y 55 centímetros.
CRISTINA: Y el marido se la creyó?
ELENA: Dijo que era la viva cara de su madre.
CRISTINA: No, pues… de que los hay… los hay.
ELENA: Siempre hay un roto para un descosido.
CRISTINA: Bueno… y esta situación familiar… qué tiene que ver con el paje?
ELENA: Nada… pero ya no aguantaba las ganas de contarlo.
CRISTINA: Mamá… tú no das paso sin huarache…
ELENE: Alucinas.
CRISTINA: No estarás pensando traer a la niña de España para que sea mi paje?
ELENA: Ay, no… como crees. Sería caer en la misma situación. (sufrida) Noches y noches de insomnio desvelado.
CRISTINA: Y… para que duermas tranquila… a quien me sugieres como pajes?
ELENA: A los gemelos de Gerardo… ya ves que son muy buenos cristianos.
CRISTINA: Ahorita mismo le llamo para pedirle ese favor.
ELENA: No te angusties que yo lo hago.
CRISTINA: De veras…?
ELENA: Tú deja eso en manos de tu madre… y dalo por hecho.
CRISTINA: (saca un papel donde esta anotado el menú) Rodolfo me mando el menú para la cena.
ELENA: Permítemelo. (se lo da, lo ojea y lee) Coctel de bienvenida… (le recrimina) ni que fuera hotel de tiempo compartido.
CRISTINA: Mamá, en lo que esperan la comida un aperitivo cae muy bien.
ELENA: Solo que sea por eso… que más hay… entrantes al centro de la mesa para picar… ( a Cristina) Qué diablos es esto?
CRISTINA: Son… algo así como botana.
ELENA: Por Dios hija… botana… ni que estuviéramos en la cantina.
CRISTINA: Mejor dicho, son entremeses, finos entremeses.
ELENA: Si son finos, se quedan… que sigue… Crema de espárragos con un toque de hierbas finas… ay, no…
CRISTINA: No qué?
ELENA: Esto es un bote de crema campbells con cilantro y perejil.
CRISTINA: Bueno no hagas drama, se puede cambiar.
ELENA: No se puede… se debe cambiar.
CRISTINA: Si madre.
ELENA: Sigamos leyendo… Entrecot de cerdo con hojas verdes sobre espejo de salsa esmeralda… (molesta) A quién le quieren ver la cara… a quién!
CRISTINA: A hora qué?
ELENA: Eso, no es otra cosa que carne de puerco en verdolagas.
CRISTINA: Sí, pero se oye bonito.
ELENA: (indignada) Falta que de tomar den agua de horchata, y de postre un pinche mazapán de la Rosa.
CRISTINA: Es un menú módico y aceptable.
ELENA: Hija, sirven mejor en la cocina económica… y con tortillas hechas a mano.
CRISTINA: (no de muy buena gana) Y que sugieres?
ELENA: Tú elige la sopa y el postre…
CRISTINA: De sopa, una pasta fría de codito con trocitos de jamón.
ELENA: Hija, hija…hija… no es boda de kermes…
CRISTINA: Entonces, una… una…
ELENA: No te tortures… una Crema de espárragos con pistache.
CRISTINA: Y, sabe rico?
ELENA: Se sirvió en la boda del príncipe de Austria.
CRISTINA: Esta bien… Y, de plato fuerte?
ELENA: Estoy entre Costillar de cordero lechal cocinado a baja temperatura, con patatas panadera y ensalada o Merluza a la romana confitada a 45ºC sobre pimientos verdes asados con sopa de arroz al vapor.
CRISTINA: (sarcástica) Y frijoles.
ELENA: Pero charros.
CRISTINA: El postre que se lo dejo al chef.
ELENA: Espero que no salga con la payasada de… plátanos con crema, gelatina o flan.
CRISTINA: Mamá… me asegurare que eso no pase.
ELENA: Que así sea… porque no quiero hacerles un escándalo a media fiesta…
CRISTINA: Mamá, mamá… la iglesia ya está corriendo las amonestaciones.
ELENA: Hace bien… tanta vieja chismosa, no tiene cabida en la santa iglesia.
CRISTINA: Mamá… las amonestaciones no son viejas chismosas...

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